Vamos a
poner un caso: Hoy, al levantarme, pienso en un recuerdo en el que me veo
en situación de desventaja con una compañera de trabajo. Esta idea se me repite
una y otra vez a lo largo del día. Conforme voy cumpliendo mi rutina, aquel
recuerdo no me abandona y no soy capaz de alejar ese pensamiento. Se vuelve tan
molesto que interfiere en mis quehaceres. Me empieza a generar mal humor,
inseguridad, baja autoestima, y según van pasando las horas, se me va haciendo
cada vez más pesado.
No tengo
claro el origen de los pensamientos recurrentes. Pero creo que la imagen,
palabra o sonido que se me manifiestan, tienen que ver con algo mio no resuelto y mi cabeza me lo saca a relucir para que ponga atención en lo que hay
detrás.
La mente
humana es muy compleja y sutil. Si no prestamos atención a nuestros pensamientos, nos podemos encontrar avocados a padecer o sufrir por cosas que son
absolutamente relativas.
Los
pensamientos recurrentes pueden llegar a ser perjudiciales para nuestra
estabilidad emocional. Es importante tener presente que al ser pensamientos, se puede aprender a reconducirlos o detenerlos.
Otros
ejemplos de pensamientos recurrentes:
- - ¡He dejado pasar muchas oportunidades…!
- - ¡Podría estar mejor si hubiera hecho…!
- - ¡Que feo me veo, ... que gordo,... que viejo,... que flaco…!
- - ¡Tendría que haberle dicho…!
- - ¿Qué me quiso decir con eso?...
- - ¡No me lo merezco!
1.- ¿Es
verdad tal y como se presenta este pensamiento, idea, fantasía...?
2.- Estirar
el hilo y observar el estado de ánimo que estamos experimentando con ese pensamiento.
3.- Identificar
si este estado de ánimo tiene sentido en el contexto en el que nos encontramos. Generalmente no tiene nada que ver.
Con esta
sencilla pauta, podemos detener gran parte de los pensamientos, pero aún hay
una forma en clave de meditación que también puede seros útil, es la que yo
personalmente utilizo.
Te permites un momento a solas. Te sientas cómodamente en un sitio de tu agrado. Cierra los ojos y has tres
respiraciones profundas. Tomas el pensamiento sin rechazarlo
y te lo imaginas que es grande, más grande que tú. Cuando lo tengas
identificado, construyes una burbuja imaginaria alrededor del pensamiento. Esa
burbuja es como una película liquida, envolvente. Dentro de la burbuja ubicas el pensamiento. Cuando hayas
logrado encerrarlo, levantas las manos, siempre con los ojos cerrados con las
manos hacia arriba, levantas los brazos y sobre la imagen que tienes proyectada en tu mente, con ayuda
de tus manos, muy suavemente bajas los brazos con las manos en posición hacia abajo y reduces la imagen a una
pequeña burbuja, tan diminuta como una gota de agua. Cuando lo hayas logrado,
lo señalas y recitas con contundencia y seguridad la frase: “Yo soy el grande”. O “Yo soy la grande". Tomas una respiración profunda y poco a poco abre los ojos. Solo necesitas entre diez y quince minutos.
Una vez
realizada la meditación, puedes llegar a sentirte raro. Esto quiere decir que
el pensamiento ha desaparecido. Si no lo consigues la primera vez, no te
preocupes, insiste las veces que haga falta. Nadie llega a primera división sin
antes haberse pasado por ligas menores.
Si ves
que no puedes con ello, que la situación te supera o que este tipo de pensamientos te genera ansiedad,
quizás tengas que buscar ayuda.
DOUGLAS VARELA
TERAPEUTA
SALUD EMOCIONAL Y CRECIMIENTO
DOUGLAS VARELA
TERAPEUTA
SALUD EMOCIONAL Y CRECIMIENTO
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