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LAS TRAMPAS DEL CRECIMIENTO EMOCIONAL Y ESPIRITUAL


Las heridas emocionales son equiparables con las sufridas en el cuerpo, la diferencia entre estas es que las heridas físicas son evidentes, tratables y sanan en un tiempo y espacio determinado. Las heridas emocionales son más complejas y sutiles. Su tratamiento solo es posible cuando la persona afectada toma conciencia de que algo no funciona en su vida y decide tratarse a nivel terapéutico o, espontáneamente, alcanza un nivel de entendimiento que le permite sanar.

Desde mi punto de vista, emprender un camino de crecimiento emocional y espiritual nos lleva a resentir heridas emocionales. Cuando sanamos esas heridas, nos descargamos de lastres, reorientamos nuestra visión de la vida y obtenemos un nivel de entendimiento y de expansión de conciencia que invita al crecimiento.

Todo ser humano convive con su ego. El ego es todo lo que creemos ser y que no somos. El ego genera pensamientos, juicios, actitudes y todo tipo de juegos y estrategias para ocultar las heridas emocionales que subyacen en nuestro subconsciente. El ego es la representación de todo lo que tenemos que superar de nosotros mismos, en todo caso, es el mejor maestro en el que fijar nuestra atención para comprendernos.

Cuando descubrimos aspectos de nuestra vida que no nos gustan, surgen voces que desvían cualquier atención hacia eso y nos ponemos la tele, nos vamos al bar, llamamos a alguien o realizamos alguna actividad para alejarnos de lo que no nos gusta, estas son algunas trampas del ego que nos impiden crecer.

Algunos ejemplos: El rol de niño o niña buena, dejar para mañana lo que deberías hacer hoy, la excusa, la quejala culpa, la somatización de malestares, el clima, el jefe, la esposa, el esposo, los hijos, el vecino, los roles, la crisis económica, el gobierno… son todas trampas para no asumir, evadirse y no moverse de la zona de confort.

Digamos que estas son las más evidentes, pero hay otras trampas escondidas y muy elaboradas que nos atrapan con más fuerza. Cuando hemos hecho algún curso, algún trabajo terapéutico o seguimos a algún maestro espiritual, ampliamos nuestro entendimiento. La trampa aquí, consiste en dar por hecho de que ya hemos resuelto nuestros problemas, cuando en realidad, apenas hemos empezado a explorarlos.

El crecimiento emocional y espiritual no es un entendimiento puntual o definido. Cuando he asistido a algún curso, un seminario o formación, mi nivel de entendimiento ha aumentado considerablemente, pero el trabajo, en mi caso (y me atrevo de decir que para cualquier persona) es aplicar lo adquirido en la vida cotidiana y en todos sus ámbitos.

Cada vez que superamos o entendemos algo, nos liberamos y sanamos, pero la evolución y el crecimiento personal es permanente. Para cerrar este post, un dicho muy popular y que me gusta mucho es: “Nunca te irás a la cama sin haber aprendido algo nuevo”.

Douglas Varela Rodríguez
Equipo CAYAC


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