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LA ADOLESCENCIA EN LA FAMILIA

La adolescencia es una etapa muy intensa de nuestra vida. Los vaivenes emocionales están a la orden del día. Por la mañana estas depresivo y por la tarde todo es maravilloso. Una mañana te despiertas y no sabes quien eres y al día siguientes te crees Justin Bieber, o el chico más guapo del colegio te echó una mirada y te enamoraste locamente y se te quitaron las ganas de comer. Una temporada te da por ser "punki" y de repente te vuelves "emo", "hipster", hippie"...
En estos tiempos, "las tribus urbanas" son corrientes estéticas y de identidad que tienen mucho peso en los adolescentes. Son muchas las opciones que se les oferta en el mercado de la ropa, calzado y accesorios. Y aunque parezca absurdo llevar pendiente, piercing o un corte de cabello específico, los jóvenes y adolescentes muestran de esta manera su necesidad de pertenencia a un grupo, a ser aceptados por los demás y a distinguirse del resto.

No está mal que un chico o una chica experimente estéticas radicales, o quizas se abstenga de excentricidades. En todo caso es sano para su propio proceso de crecimiento. Experimentar les ayuda a construirse una identidad propia que les reforzará su personalidad en la vida adulta.

La cuestión es si los padres, tutores o familiares, están preparados para el cambio del adolescente. No vienen con un manual de instrucciones. Son como son y viven en una compleja etapa de la que debemos ser conscientes. De repente dejan de ser niños y sus cuerpos se transforman, sus intereses se amplían, las perspectivas cambian. Su comportamiento de niños se va desvaneciendo y comienzan a demandar  un trato diferente, necesitan intimidad, sus gustos se vuelven sofisticados por la estética, la moda, las redes sociales...

En la intimidad familiar es donde manifiestan sus inconvenientes, a veces no se sienten comprendidos, se revelan aparentemente por tonterías, se aíslan de la vida familiar, se les dispara el sentido del ridículo, reaccionan exageradamente, en situaciones comprometidas no saben cómo posicionarse, se muestran apáticos, esquivos y a veces depresivos o eufóricos.

El cambio que experimenta un adolescente no solo es físico, también lo es a nivel emocional. Aquí es donde los padres o tutores deben de ser muy conscientes de esta situación. El adolescente tiene muchos frentes abiertos, la familia, el colegio, los amigos, la sociedad, sus aficiones, sus relaciones, las pruebas de sustancias (alcohol, drogas, tabaco...), su sexualidad...


Los adolescentes están expuestos a un mar de experiencias por descubrir, algunas conllevan riesgos impredecibles. Ellos necesitan la presencia del adulto que les de soporte, que les ponga límites y que sea un referente claro para tomar ejemplo, para apoyarse, para informarles, despejar sus dudas y sus miedos.

Douglas Varela
Educador Social
Terapeuta 



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