La queja es el resultado de una expectativa no cumplida, la utilizamos en muchos aspectos de nuestra vida, justificando de esta manera todo aquello que no nos resulta, no se logra o no se realiza. También es una excusa para no movernos, para no asumir la responsabilidad de lo que queremos o para mostrar nuestro enfado con la vida.
También puede ser una expresión de un estado de shock o de parálisis ante algún reto imaginario o real, en cualquier caso la queja solo revela un estado de conformidad y de frustración que vierte hacia afuera todo lo que no asumimos como propio.
Desmontar la queja en nuestra vida requiere de todo un cambio de actitud, algo que no es posible si no tomamos conciencia. Por ejemplo: "vaya día que hace", una expresión común que yo mismo utilizaba para justificar mi mal genio, para no salir de casa, para justificar cualquier estado de malestar. Si me paro a pensar por un momento, y veo el encanto de un día nublado y lluvioso, no me puedo quejar. Los días grises traen lluvia, humedad, recogimiento, algo necesario para los ciclos de la naturaleza, si no puedes hacer lo que tenías planeado ese día, siempre puedes variar tu calendario, la naturaleza es como es y no está a nuestra disposición. Es algo más grande que nos rodea y que nos da la vida, agradece que sea como es y da las gracias porque puedes elegir.
En el trabajo, en el colegio, en la universidad, en la estación de tren, en un atasco, comiendo, jugando a un videojuego, limpiando la casa, cualquier actividad que realizamos, indistintamente de su naturaleza, nos trae la bendición de poder elegir. Puedes elegir tu ropa, levantarse tarde, comer en un lugar determinado, pero siempre habrás elegido esto o aquello, si te equivocaste solo tienes que asumir tu error y no juzgarte. Si no acertaste en algo, no te quejes, porque al final si utilizas la queja, no estarás aprendiendo de tus desaciertos.
La queja y la culpa van de la mano, por culpa de... yo no... no puedo... porqué a mi... con lo bien que estaba... vaya mierda... es que... la crisis... el gobierno... el jefe... mi mujer... mi marido... es que los hijos... el trabajo... el alcohol... Son interminables las formas de quejas que tenemos.
¿Cómo salir de la queja? Lo primero es querer salir de ella, para ello debemos escuchar nuestras propias palabras, pensamientos, juicios hacia los demás y hacia uno mismo. El lenguaje es lo primero. Al escuchar lo que decimos tomamos conciencia del contenido de nuestras palabras. A partir de aquí tu eliges.
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Douglas Varela
Terapeuta
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